domingo, 13 de marzo de 2016

La salud en el poder económico ¿cuál es la utopía?

 

A propósito de la charla de Yanis Varoufakis en TED a finales del año pasado sobre la utopía de un mundo marxista, libertario y keynesiano en contraposición a la distopía en la que parece que vivimos, es intrigante pensar algunos de sus argumentos en clave de salud.  

¿Cómo gestionar la salud pública ante un panorama en el que predomina el poder económico sobre el político, particularmente sobre la democracia?

Aunque no parezca, la decisión de los gestores está amparada bajo un marco político y económico, parece que ahora es sólo económico.  ¡Por primera vez en la historia de la humanidad un pequeño grupo de personas rige el mundo!…la nueva clase capitalista!, pensándolo bien  no es la primera vez. ..Pero  sí parece la primera vez en la cual la economía prima sobre la democracia y el poder político, ahora se puede no tener un cargo político importante pero sí mucho dinero y se tendrá mayor poder que el cargo del primer mandatario de un país. Es más, se podría decir que los hombres y mujeres más ricos del mundo tienen mayor potestad y poder de decisión que las mismas Naciones Unidas.

Pero ¿qué tiene que ver esto con la salud? Pues desde finales de los años 70 y especialmente con las políticas impositivas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), en el marco del modelo neoliberal,  se ha ido perdiendo la potestad nacional y se ha ido dando mayor predominio de mandatos supranacionales, incluyendo la manera en que se implementan y gestionan las intervenciones en salud.  Adicionalmente,  la globalización (otro de los grandes hitos de dicho modelo) permitió el desarrollo de la antes citada clase capitalista, la clase transnacional, conformada por los ejecutivos de las corporaciones multinacionales, políticos, directivos de las instituciones financieras, entre otros, que en fin último buscaban acumular mayor capital y se constituyen en la principal fuerza económica en el mundo.

Debido a sus intereses esta clase transnacional comenzó a tener influencia directa sobre el sector de políticas públicas a través del fenómeno de “lobby”, convirtiéndose en actores prominentes de la toma de decisiones en las políticas públicas de salud de los diferentes gobiernos. En gran parte de los países, al menos en los de América Latina, las corporaciones multinacionales hicieron promesas tentadoras a los administradores locales, promoviendo la penetración económica extranjera por encima de los intereses nacionales, situación que ha traído consecuencias importantes sobre el desarrollo y evidentemente sobre la salud, pero bueno al menos ahora ya casi todos podemos ser felices al disfrutar de una BigMac con una Cocacola y terminar con el mejor café del mundo… el de Starbucks.

Aunque es común tener el precepto que la OMS dicta todas las políticas con total autonomía y por ende que es el principal organismo que rige la salud en el mundo, es claro que son el Banco Mundial, el FMI y diversas organizaciones “filantrópicas”, las que direccionan en gran medida las intervenciones en salud, basadas en el financiamiento de los diferentes programas que no pueden ser sostenidos por la OMS a causa de los recortes presupuestarios que vienen ocurriendo desde finales de los años setenta y principios de los ochenta a Naciones Unidas y todas sus filiales[i].

Pero es aquí donde aparecen los “salvadores de la historia” ante los ojos de la humanidad, ellos, los que tienen la potestad y la capacidad de decisión sobre los asuntos de salud del mundo… la nueva clase capitalista, ahora con sus fundaciones filantrópicas. Muchas han sido las que han regido la salud, desde las campañas realizadas a finales del siglo pasado en América (con intereses netamente comerciales y de control territorial) como la fundación Rockefeller[ii], hasta las que rigen en el nuevo siglo y financian todo tipo de investigación, proyecto  o intervención que esté bajo su marco de “acción” de acuerdo a  lo que ellos consideran que es lo más correcto. Y ¿qué será lo más correcto? Entramos a una pregunta ética que probablemente discutiremos en otra entrada. Pero bueno dejemos las historias de programación de ordenadores para otro momento… 

Retomemos, hasta ahora he argumentado que el poder económico es el que prima sobre la salud, en este caso a través de la imposición de políticas del FMI y BM, o de la nueva clase capitalista (por cierto dentro de la cual también entran individuos pertenecientes a los organismos antes citados), pero aún no he dado respuesta a la pregunta planteada inicialmente. Creo que ésta es bastante sencilla para muchos: para gestionar la salud pública ante este panorama, todos los gestores deben estar pendientes de los lineamientos de los organismos económicos mundiales y llevarlos a cabo al pie de la letra y cuando la situación sea compleja porque no hay financiación suficiente, poner su mejor sonrisa ante las organizaciones filantrópicas pues estas seguramente apoyaran y darán solución, eso sí no se debe pensar en si las intervenciones llevadas a cabo son adecuadas o las mejores para una situación específica, ese es el trabajo de los que están arriba ¿o no? Al fin y al cabo los gestores solo se encargan de movilizar los planes que llegan a sus manos y esto ha funcionado de la mejor manera ¿Será que así llegaremos a la utopía propuesta por Varoufakis?





[i] Waitzkin H, Jasso A R. Capítulo 5. Neoliberalismo y Salud. En: Medicina y Salud Pública al final del Imperio. 2011
[ii] Estrada, H. Contexto político y económico del surgimiento de la salud pública moderna en el periodo 1872 – 1914. 2010

1 comentario:

  1. Muy interesante reflexión sobre el poder en el mundo y sus consecuencias en salud. Especialmente relevante el apunte que haces de la doble moral de quienes controlan el mundo de forma despiadada y luego se establecen en salvadores de la Humanidad a través de sus "fundaciones filantrópicas". Después de tanto luchar por los derechos humanos volvemos a la beneficencia sutil de estos benefactores interesados. Del siglo XXI a la Edad Media...
    Para mí seguirá siendo el de Colombia el mejor café del mundo.
    Un abrazo.

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